El sol es uno de los principales factores que contribuyen y agravan el desarrollo del melasma. Por ello, es indispensable que el paciente utilice productos con alto índice de protección solar durante todo el año.

Dicho esto, es importante decir que las manchas pueden aparecer aún utilizado protección solar. Por eso, los dermatólogos siempre hablamos de filtros solares. Es decir, las pantallas totales no existen, por mucho que nos protejamos del sol, nuestra piel siempre va a estar expuesta a un mínimo de radiación ultravioleta, que puede ser ya suficiente para manchar determinados tipos de piel más susceptibles.

A pesar de ello, no debemos dejar de insistir en la necesidad de usar los protectores solares. De lo contrario, las manchas aparecerán de forma más intensa y serán más difíciles de eliminar.

La melanina puede encontrarse en las capas superficiales de la piel (epidermis) o en las más profundas. Por ello, es indispensable un correcto diagnóstico por parte del especialista y un tratamiento individualizado en función del tipo de melasma que presente cada paciente.

Hoy en día, existen tres tratamientos básicos para el melasma. Son los productos despigmentantes, los peelings y la terapia láser:

• Los productos despigmentantes contienen unas sustancias melanotóxicas que eliminan el exceso de melamina que acompaña al melasma.
• El peeling es una opción de tratamiento que, además de eliminar la pigmentación, estimula el crecimiento de células de la piel, renovando las capas más superficiales.
• La terapia con láser tiene un efecto similar al peeling, pero tiende a ser más precisa. Dependiendo de la intensidad del tratamiento, el dermatólogo especialista en melasma puede dirigirse a la epidermis, la capa más superficial de la piel, o penetrar las capas más profundas.