A pesar de que la diagnosticamos con frecuencia y disponemos de tratamientos para controlarla, llama la atención que todavía no sepamos la causa exacta de la rosácea. Sin embargo, existen diversos «factores clásicos» relacionados con el origen de la enfermedad y el desarrollo de los brotes:

• Cambios de estación.
• Exposición a la luz del sol.
• Cambios de temperatura. Por ejemplo, al exponerse a la calefacción o el aire acondicionado.
• Aplicación de productos cosméticos no aptos para pieles sensibles.
• Ingesta de comidas picantes o demasiado especiadas.
• Ingesta de alcohol. Sobre todo, el vino tinto.
• Factores hereditarios. Un porcentaje elevado de los pacientes con rosácea tienen antecedentes familiares.
• Mayor presencia del ácaro Demodex Folliculorum.

La cuperosis es la presencia de vasos dilatados que se localizan principalmente en la cara, sobre todo en las mejillas y la pirámide nasal. Esta afección puede aparecer dentro del contexto de una rosácea, o bien formar parte de un amplio grupo de trastornos cutáneos. Por ello, es conveniente que el dermatólogo realice una buena aproximación diagnóstica para determinar las causas que provocan estas dilataciones vasculares antes de iniciar cualquier tratamiento.